.
Recuerdo aquel día que aprendí a montar en bici. Dos pequeñas ruedas me daban la estabilidad que necesitaba. Supongo que aquella falsa seguridad me hacía pensar que siempre permanecería estable.
Después la vida pasa y ese punto de apoyo son personas, momentos... No vas a caer con ellos pensabas...
Hasta que un día, sin saber muy bien por qué, toca retirar las ruedas.
Entonces parece que pierdes el equilibrio, miras a un lado, miras al otro, pero no, esta vez no. Vas a tener que probar sola.
Te caes. Dicen que solo se aprende fallando y debe ser verdad porque la próxima vez que vuelvas a estar arriba, ya habrás conocido el dolor de la caída.
Por eso hay que caer una primera vez. Y levantarse.
Porque te aseguro que en las consecutivas ya no pensarás en dolor, tan solo en ponerte de pie y decir:
sin ruedas también pude.